martes, 14 de julio de 2009

Un apicultor retira de la Costa do Vedor un enjambre que intimidaba a los vecinos

Era tan grande como la cabeza de un niño y los insectos merodeaban incluso por la acera amenazando a los viandantes ·· Un experto tuvo que utilizar un traje especial para llevárselo a una finca.

Es cierto que la Costa do Vedor no es una de las calles más apetecibles para visitar. Su empinadísima cuesta retrae bastante, pero los compostelanos que viven allí, aunque son pocos, también se merecen atención. Y estos días se vieron alterados por unos vecinos bastante incómodos. Y es que toda una abeja reina decidió acomodarse en uno de los árboles de esta rúa. Y, con ella, su ejército de súbditas. Así, cada vez que una persona se pasaba por delante del número 29 de esta calle, no podía evitar verse rodeados de estos animalillos, que les amenazaban con su aguijón.

"Era un enjambre tan grande como la cabeza de un niño pequeño", le comenta a este diario una vecina de la zona.

Ayer, hartos de la situación, los residentes denunciaron este hecho. En su ayuda fue la Asociación Galega de Apicultura de Santiago, ubicada en San Marcos, pues el Ayuntamiento no tiene competencias en la materia.

Así, a las once de la mañana, el apicultor Eduardo Ríos llegó a la Costa do Vedor con su coche y un traje especial. "Pusieron cintas a uno y otro lado de la calle para que la gente no pasara", describen los vecinos, y Ríos se vistió con su traje especial, y procedió. "Primero corté la rama en la que estaba el enjambre y bajé la colmena. Luego la metí en una caja", dice.

Los vecinos señalan que le vieron echar un líquido, pero Ríos explica que "no hizo falta. Solo se utiliza cuando la caja es nueva para darle olor y atraer a las abejas, pero el recipiente que utilicé en la Costa do Vedor era ya usada, ya habían estado allí otras abejas, así que no hacía falta".

La verdad es que para los vecinos fue un espectáculo ver actuar a este profesional. "Estuvo como unos veinte minutos", comentan los testigos. Según el experto, sin embargo, éste es poco tiempo. "Para llevarnos todos los insectos de allí había que dejar la caja hasta la noche, lo que no era posible, pero me llevé la mayor parte".

Así, al mediodía de ayer aún había bastantes abejas merodeando por las ramas del árbol y en medio de la acera del número 29 de la Costa do Vedor, sin importarle la presencia de los humanos. "Ahora tendrán que volver a la colmena de la que salieron", explica Ríos. Y es que estos insectos salieron de allí para fundar otra junto a su reina.

Según él, además, es muy probable que esta colmena esté muy cerca de la Costa Vedor, "aquí hay muchas casas con huerta", aclara.

Cuando se le pregunta a Ríos por qué las abejas deciden hacer un enjambre en un sitio tan poco adecuado como la calle de una ciudad, responde que "es muy normal. Recientemente, en un estudio hecho en Gran Bretaña, se llegaron a contar 4.000 en las terrazas o pequeños jardines de la ciudad londinense". El enjambre de ayer vivirá ahora en una finca de Aríns.

No hay comentarios:

Publicar un comentario